Dr. Jekill
Bruno Marcos
Se lo dije varias veces: “Sal de ese blog, ahí tu sarcasmo está de más, son un contubernio siniestro en torno a la literatura infantil, un grupo como los vecinos de La semilla del diablo que, en cualquier momento, tras su afable aspecto, aparecerán invocando al diablo y comiéndose a los niños que compran sus libros”.
Pero él dale que te pego, sin que nadie le diera respuesta. Total que un día la administradora del blog se despidió enigmáticamente, dejando entrever que algo terrible le había sucedido. El de r. fue de los primeros en contestar con sus aforismos socarrones insinuando no sé qué imperativos de marketing que la llevaban a cerrar el chiringuito. Después, una legión de partidarios de la dueña de dicho blog se lanzaron sobre él llamándole las más groseras cosas, recomendándole que se metiera partes de su anatomía en otras partes de ella misma. Acto seguido aparecieron otros que afirmaban que lo sucedido era una muerte en la familia de esa señora, otros que aseguraban que se trataba del despido de un suplemento cultural en el que ella trabajaba y, algunos otros, certificaron su divorcio.
Uno contestaba: “Hay gente limitada, los hay tontos y los hay tontopollas como nuestro querido amigo. C., besotes y achuchones. Seguro que nos volveremos a encontrar.”
Otro un poco más abajo ejercía de Dr. Jekyll: “Si sirve para algo lo que diga, reabre el blog. Escribir es tu vida. Antes dejarías de respirar que de escribir. No te niegues a ti misma. PS: lo único que puedo decir de ti, es que eres un malnacido y un malfollado. Y que la visión que tienes de las cosas, habla por sí misma de lo que eres: una mierda, un desgraciado, alguien que aprovecha el dolor ajeno para hacer crítica injusta. Eres un hijo de puta... “ Uno más decía: “Dudo mucho que por este camino logres el afecto que C. consigue. Afecto que, naturalmente, no te parecerá sincero. Considéralo como te apetezca. O lo que es lo mismo: a tu modo cretino de ver el mundo, en el cual hasta tu propia mano debe parecerte miserable cuando te haces pajas. Tu mano y por extensión tú mismo. Ese juicio, por una vez, estaría fundamentado. Bueno, basta de darte el placer del protagonismo. A tu necio, cretino y miserable rollo.” Y, acto seguido, cual poseído que conoce lenguas muertas, añadía: “C., guapa. Viure és...viure. Tot això també ho és...”.
A los dos días la tan enigmática escritora que había prometido irse, pues, durante mucho tiempo, no sabría que decir ni en el blog ni en ningún otro sitio, volvió a aparecer aclarando que no se trataba de ninguna muerte de alguien cercano, ni de ningún despido, ni divorcio, ni nada que se le pareciera, que agradecía a todos el interés y –refiriéndose claramente al de r.- que siempre había algún malnacido. “Los que han aprovechado el mal momento –escribía- para sus gilipolleces no me han sorprendido en absoluto; afortunadamente, tengo enemigos. Pobre de quien no los tenga con 36 años. Yo soy lo bastante interesante y me va lo bastante bien como para que algunos lo lleven fatal.”
Un tanto derrotado el de r. me susurró: “No puedo entrar ahí ya, me descuartizan esa panda de fanáticos. Además nada de eso de las muertes era verdad”.”Entonces – le contesté yo- todas las burradas que te dijeron están de más.”
En eso le ordené escribir: “A ver qué pasa... a mí se me defenestró -hasta tal punto que me está dictando alguien lo que tengo que decir, pues el trauma causado por llamarme hijo de puta, gilipollas, fascista, tonto...- por expresar mi opinión sin ofender a nadie. Viendo que no ha habido muerte, ni expulsión del suplemento, ni ruptura sentimental, ¿quién me indemniza moralmente? ¿Quién me consuela a mí como a C.? Los que se han inventado la muerte o lo del despido son peores que yo, esos si que son unos enfermos.”
No tardó en aparecer una respuesta de la secta: “No, no son peores que tú. Tú hiciste leña de un árbol caído de una manera tan gratuita, sin conocer nada, sin molestarte en ni siquiera saber si había algo más... que sólo te mereces eso. No creo que nadie se apiade de ti en tu verborrea maloliente.”
No me dirán que no dan miedo.
Se lo dije varias veces: “Sal de ese blog, ahí tu sarcasmo está de más, son un contubernio siniestro en torno a la literatura infantil, un grupo como los vecinos de La semilla del diablo que, en cualquier momento, tras su afable aspecto, aparecerán invocando al diablo y comiéndose a los niños que compran sus libros”.
Pero él dale que te pego, sin que nadie le diera respuesta. Total que un día la administradora del blog se despidió enigmáticamente, dejando entrever que algo terrible le había sucedido. El de r. fue de los primeros en contestar con sus aforismos socarrones insinuando no sé qué imperativos de marketing que la llevaban a cerrar el chiringuito. Después, una legión de partidarios de la dueña de dicho blog se lanzaron sobre él llamándole las más groseras cosas, recomendándole que se metiera partes de su anatomía en otras partes de ella misma. Acto seguido aparecieron otros que afirmaban que lo sucedido era una muerte en la familia de esa señora, otros que aseguraban que se trataba del despido de un suplemento cultural en el que ella trabajaba y, algunos otros, certificaron su divorcio.
Uno contestaba: “Hay gente limitada, los hay tontos y los hay tontopollas como nuestro querido amigo. C., besotes y achuchones. Seguro que nos volveremos a encontrar.”
Otro un poco más abajo ejercía de Dr. Jekyll: “Si sirve para algo lo que diga, reabre el blog. Escribir es tu vida. Antes dejarías de respirar que de escribir. No te niegues a ti misma. PS: lo único que puedo decir de ti, es que eres un malnacido y un malfollado. Y que la visión que tienes de las cosas, habla por sí misma de lo que eres: una mierda, un desgraciado, alguien que aprovecha el dolor ajeno para hacer crítica injusta. Eres un hijo de puta... “ Uno más decía: “Dudo mucho que por este camino logres el afecto que C. consigue. Afecto que, naturalmente, no te parecerá sincero. Considéralo como te apetezca. O lo que es lo mismo: a tu modo cretino de ver el mundo, en el cual hasta tu propia mano debe parecerte miserable cuando te haces pajas. Tu mano y por extensión tú mismo. Ese juicio, por una vez, estaría fundamentado. Bueno, basta de darte el placer del protagonismo. A tu necio, cretino y miserable rollo.” Y, acto seguido, cual poseído que conoce lenguas muertas, añadía: “C., guapa. Viure és...viure. Tot això també ho és...”.
A los dos días la tan enigmática escritora que había prometido irse, pues, durante mucho tiempo, no sabría que decir ni en el blog ni en ningún otro sitio, volvió a aparecer aclarando que no se trataba de ninguna muerte de alguien cercano, ni de ningún despido, ni divorcio, ni nada que se le pareciera, que agradecía a todos el interés y –refiriéndose claramente al de r.- que siempre había algún malnacido. “Los que han aprovechado el mal momento –escribía- para sus gilipolleces no me han sorprendido en absoluto; afortunadamente, tengo enemigos. Pobre de quien no los tenga con 36 años. Yo soy lo bastante interesante y me va lo bastante bien como para que algunos lo lleven fatal.”
Un tanto derrotado el de r. me susurró: “No puedo entrar ahí ya, me descuartizan esa panda de fanáticos. Además nada de eso de las muertes era verdad”.”Entonces – le contesté yo- todas las burradas que te dijeron están de más.”
En eso le ordené escribir: “A ver qué pasa... a mí se me defenestró -hasta tal punto que me está dictando alguien lo que tengo que decir, pues el trauma causado por llamarme hijo de puta, gilipollas, fascista, tonto...- por expresar mi opinión sin ofender a nadie. Viendo que no ha habido muerte, ni expulsión del suplemento, ni ruptura sentimental, ¿quién me indemniza moralmente? ¿Quién me consuela a mí como a C.? Los que se han inventado la muerte o lo del despido son peores que yo, esos si que son unos enfermos.”
No tardó en aparecer una respuesta de la secta: “No, no son peores que tú. Tú hiciste leña de un árbol caído de una manera tan gratuita, sin conocer nada, sin molestarte en ni siquiera saber si había algo más... que sólo te mereces eso. No creo que nadie se apiade de ti en tu verborrea maloliente.”
No me dirán que no dan miedo.
3 Comments:
En el bog de Care me siento ya un intruso,en el de Mora un personaje de ficción de Baudrillard,solamente me encuentro como en casa en el blog del cuervo.Gracias por el asilo afectivo.
Anda que poniendo iniciales y tú con todos los nombres y sobrenombres. Atento en C. a Libia (se mua)
http://luismelon.blogspot.com/
Publicar un comentario
<< Home